Didier de L'axie
Apilados
(huesos y pellejos)
abren ojos de metro.
La abuelita,
coronada de moño piojoso,
se entretiene
buscando
entre pliegues de piel
las pepitas
que se le escapan
entre los (escasos) dientes.
Seis o siete criajos
desparramados en el suelo
cogen pipas
para ensalivarlas y tirarlas al suelo medio comidas unos,
para comérselas con cáscara (y todo) otros.
El resto de los hermanos
(otros siete)
se apilan,
detrás,
en cajas de frutas.
El padre, que llega "bien",
se abre camino:
tambalea
con la bicicleta al hombro
(el chorro que deja su paraguas
es testigo de ello).
Mamá,
junto al fuego,
también come pipas,
da meneos a la sopa
y
hace punto.
El último del rebaño,
que en los delantales de ésta se pierde de pequeño,
no puede ser menos y abre los ojos tanto como el que más.
Hasta el abuelo
saca la cabeza
del recordatorio achinchetado en la pared.
Se oyen claclidos de dientes,
ruidos de tripas,
viento,
goteras
y la voz... uMmm...
de Mayra Gómez Kemp.
Apilados
(huesos y pellejos)
abren ojos de metro...
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