El día siete

Libe Garziarena

Vienen las elecciones y si esto es legible, igual ha pasado el siete. Atento a cualquier señal de alarma, uno vive con la antena puesta: por la entonación del rugido sabemos del estado de la digestión y, en consecuencia, de la voracidad actual de la fiera.

        Primero fueron los sondeos, que daban un crecimiento continuo al partido de la derecha; al verlos tan ufanos, tan seguros, pensé que estaban preparando el terreno para no aceptar una nueva derrota. Luego vino lo del juez Garzón.

        La segunda fue la frase del actual presidente del Gobierno del Estado de que, al día siguiente a las elecciones, que se anduviera con ojo la derecha y no hiciera lo que la otra vez, cuestionar la validez del proceso electoral, base misma del sistema democrático, etc. Osea ya veía denuncias de pucherazo, o al menos alertaba con ellas. Alerta. Esto ya el día siete... de Mayo.

        La tercera es de Serra, día 10 de Mayo. Es lo que dice, que la derecha no puede nuclear un gobierno en este país, porque encierra en su interior a la extrema derecha. Y no es sólo lo que dice, pues hay que verlo, y para eso la tele. Cuando dice "extrema derecha" cierra compulsivamente los ojos en un tic que no controla, los cierra y los aprieta; vuelve a decir "extrema derecha" y cierra los ojos tras las gafas dos, tres, cuatro veces en una decena de segundos.

        Habla de ellos y los ve pero no quiere verlos; habla de la extrema derecha, piensa en el siete de junio y ve lo que conoce, lo que ha tenido ocasión de conocer largos años, los hombres del uniforme, el día siete, cierra los ojos, los ve, los militares.