Hugué eskultorearen gogoetak
Josep Plá
«Las flores son muy bonitas, pero no exageremos. Una col, y sobre todo por la mañana, con las gotas del rocío y aquellos tumores que tienen sus hojas, tan frescos y carnosos, es tan bonita como una flor. La gente cree lo contrario. Piensa que las flores tienen un elemento de belleza ideal, desinteresada, porque no sirve para comer. Y es que el hombre es ingrato. El olor de la hierba tierna es formidablemente agradable. El olor de la hierba seca en los establos todavía lo es más. Todo lo que la tierra produce es una maravilla».
«Estoy contra el virtuoso en todos los ramos del arte y de la vida. Los grandes pianistas han convertdo a Chopin en mucho más polonés de lo que era en realidad. ¡el pobrecito! Las cosas hay que saberlas hacer lo suficiente poco lo justo para que estén bien».
«El arte no es una cosa esencial y yo no necesito hacer escultura para ser el hombre que soy. Lo que sucede es que la escultura es la manera más práctica que poseo para medir mi espíritu y mi unteligencia, para cerciorarme de si soy una bestia embrutecida o una bestia despierta. Hago formas y líneas, veo movimientos y colores, y si logro sacar algo de lo que tengo delante es que no soy completamente estúpido. Desconfío constantemente de mí mismo porque, a mi parecer, el hombre es poquísima cosa».
«Necesito llevar ese control de una manera intermitente, de tarde en tarde y por etapas. El hombre no es una máquina. Trabajo cuando me parece. A veces transcurren meses y meses entre una y otra etapa de trabajo. La gente trabaja de una forma delirante y monstruosa. Yo podría pasar años contemplando una gallina, mirando la cabeza de un conejo, vagando ante los becerros, los bueyes y las vacas. Cuando quiero trabajar abro una ventana y hago lo que tengo delante. Todo es admirable».
(Vida de Manolo, Editorial Espasa-Calpe)
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