Ludovicus G. Agrorum
Dame tu SIDA, dame
tu cuerpo de desierto árido y yermo,
sus húmedas entrañas
pobladas de serpientes y escorpiones.
Dame tus labios lívidos
como una cicatriz,
sus manos negras,
los pájaros enfermos de tus ojos.
Dame tu pelo lacio,
tus dientes malheridos de escorbuto;
pasa tu áspera lengua
por las llagas abiertas de mis miembros;
Calma tu sed en mis ácidas lágrimas,
en mi saliva espesa
y déjame morir
que ya no aguanto
las palabras inocuas,
la rutina impecable y aburrida,
el olor a jabón e hipocresía de esta vida de mierda...
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