Txistu y Tamboliñ... y hankaputa, la bizca y la teta prometida
La espeluznante historia del decapitado y el sarcófago
(Para recitar con ímpetu)
C.L.G.
La hecatombe termonuclear calcinaba el sortilegio humano cual inquisición toledana ante un germen de apostasía exarcebada.
El paroxismo culminaba la trastienda de la axiología decadente de dos mundos fraticidamente enfrentados en escarmientos punitivos.
Hordas de nadas y vacíos, se apoderaban de entrañas metamórficas y de aculturas magnificientes, en omnipresencia absoluta.
En el arrasador silencio, excepcionales testigos en anquilosada noción de censura se debaten en irreversible dialéctica:
Decapitado. Relucía el destello de la aurora sobre los cerebros de la supraestructura revolucionaria.
Sarcófago. Sarcasmos y utopías burocráticas encasillados en roja sillería.
Sarcófago. Brillaba el pulido diamante sobre el individuo capitalizador de libertades infinitas.
Decapitado. Esquizofrenias y torturas sigilosamente depositados en sofisticada maquinaria.
Vuelve nostálgicamente el silencio en alza revalorizada pues decapitado y sarcófago se desvanecen en fulminante nexo radioactivo.
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